Misterio Parisino: Capítulo 1.
sábado, 27 de julio de 2013 | 6:38 | 0 {DREAMERS}
Repetí
mi nombre para asegurarme de que lo que había dicho esa señora era
cierto.-Vicky, Vicky Wales.-No parpadeé al decirlo y esperé una
respuesta durante un tiempo que me pareció eterno.
-Pequeña,
ya te había oído a la primera. Sé que eres la hija de Sarah Wales
y que antes de mudarte a vivir aquí vivías en Londres. Sarah
trabajo allí de empleada en una de las mejores tiendas de moda.
También sé que unos hombres le dijeron a tu madre que su jefa la
había ascendido a la mejor tienda que tenía y por ello tenía que
transladarse a Madrid para continuar con su trabajo. Tu madre creyó
que ellos os proporcionarían los billetes, pero nunca lo hicieron.
Tres días después ya teníais las maletas preparadas, el camión de
mudanzas cargado y un taxi en la puerta para llevaros al aeropuerto.
Tuvo que comprar ella los billetes, no tenía más remedio que
hacerlo si quería conservar su trabajo. En cuanto llegasteis a
Madrid, Sarah descubrió que no había ninguna tienda de Joanhe
Logan, la famosa diseñadora para la que trabajaba. Se sintió timada
y absurda. Después de estar una semana fuera del trabajo la
despidieron. Aquellos hombres tan sólo eran unos títeres contratados
por el ex de tu madre para dejarla en la ruina. Pero ella no se
rindió, decidió viajar a Galicia, en busca de trabajo. Aquí tiene
familiares que siempre la apoyaron y fueron muy importantes para ella, así que decidió quedarse. Por eso mismo, tú estás aquí.
No
podía cerrar la boca. Estaba verdaderamente sorprendida con toda
aquella historia. Y lo más increíble es que todo, absolutamente
todo, era verdad. Y se sabía todos y cada uno de los detalles.
-¿Có...cómo
lo ha hecho? He de admitir que me tiene bastante sorprendida,
Matilde. Estoy empezando a creer que esas “paparruchas” como
usted las llama, son verdad y es una bruja.
-Tranquila,
cielo. Sé que debería explicártelo, pero... no sé si podrás
creerme.
-Lo
intentaré, ¡dispare!-Un segundo después me di cuenta de que había
sido toda una vulgaridad e intenté arreglarlo.-Disculpe, quería
decir: adelante.
La
anciana sonrió y se recogió el pelo en un moño completamente gris.
Se levantó de la mecedora y se dirigió a la cocina. Salió unos
minutos después con dos refrescos. Me sorprendió que aquella señora
pudiese tener refrescos. Me ofreció uno y lo tomé, nerviosa.
Deseaba escuchar su historia ya.
-Bien,
pequeña. Allá va. Estáte atenta porque no pienso repetirlo. ¡Ah!
Y antes de empezar aviso de que si soy interrumpida, pararé y no
volveré a empezar, ¿de acuerdo? Si no te parece bien podemos
dejarlo para mañana.
-Está
bien. No puedo esperar, lo siento. Va a tener que ser ahora.
Bebió
un gran trago de refresco de limón y lo apoyó encima del posavasos, sobre la mesa.
<<Corría
el año 2003 cuando yo me mudé a Londres. Todo estaba en mi contra y
decidí mudarme sola allí para reflexionar un poco sobre mi vida.
Nunca me había ido nada bien antes en Argentina, que es dónde viví
diez años antes de mudarme. Allí todos se reían de mí por ser una
mujer loca, tonta y aún encima, pobre. Cada persona que pasaba, me
conocía de los periódicos, de las revistas. Por suerte, sólo
salían en Argentina y no llegaban a los demás países del mundo.
Decidí irme. No sabía si podría soportar por mucho tiempo las
mofas y burlas de vecinos, amigos e incluso de mi familia. No sabía
a dónde ir así que decidí coger el primer vuelo que me ofreciera
la chica de la agencia, Carla. Ella era la única en toda Argentina
que no se reía de mí. De casualidad, me ofreció como primera
opción, un vuelo a Londres. Allí tan sólo conociía a un viejo
amigo de la familia, Bob. Él siempre me apoyó en todo lo que
necesité y nunca me abandonó. Bueno, sentimentalmente hablando. Si
hablamos de distancia, es bastante. Supongo que me entenderás, ¿no,
muchacha?-Hizo una pausa cómo esperando una respuesta pero yo no
sabía si contestar. Me había advertido que si la interrumpía no
volvería a empezar y no seguiría con la historia. Decidí quedar
callada y asentir con la cabeza. Pareció bastarle.-Muy bien enseñada
estás, eh. Bien, continúo. Acepté la oferta de inmediato y me fui
dos días después. No me despedí de nadie. ¿De quién iba a
hacerlo? Todos me odiaban. No me tenían respeto. Durante el viaje me
relajé. Realmente nunca había estado tan relajada antes. Descansé
unas horas y contemplé las vistas. Todos los jóvenes que viajaban
en ese mismo avión jugaban con sus consolas, chateaban por sus
teléfonos y buscaban lo que querían en sus ordenadores. Yo no era
una mujer tan moderna y tan sólo tenía un viejo móvil. El típico
llama y escribe. Con ello me bastaba. Decidí sacarlo y revisar las
llamadas. Ningún mensaje de texto, ninguno de voz, ninguna llamada
perdida. Nada. Lo guardé de nuevo en el bolso e intenté seguir
durmiendo. Cuando llegué a Londres me sentí bien. Feliz. No conocía
aquel sentimiento antes de pisar las tierras londinenses. Me senté
en un banco del aeropuerto y cogí el móvil otra vez. Marqué el
número de Bob y esperé a que contestara. Le expliqué mi situación
y me atreví a preguntarle si podría ser capaz de acoger a una pobre
anciana en apuros. Aceptó de inmediato. Allí viví durante seis
años, molestando al joven Bob. Al final del sexto año, casi
acercándose la Navidad, decidí largarme. No quería seguir siendo
una carga para el pobre hombre. Le expliqué el motivo y me inventé
otros para que no pudiese impedírmelo. Ese mismo día me transladé
a Galicia, concretamente a esta cabaña. Al principio me había
alojado en un hotel. Un día paseando por este mismo bosque, la
encontré. Me pareció perfecta. Estaba en contacto con la naturaleza
y eso era estupendo. No tendría a gente alrededor que se riera de mí
ni ningún gracioso que pudiera gastarme bromas. Pocos días después
de meterme en ella, descubrí que la gente temía este bosque por una
leyenda que lo tapaba. No voy a contártela ya que esta historia me
ha parecido demasiado larga.>>
-Pero...
Matilde. No me ha explicado el motivo por el que se sabe usted mi
vida de
pe a pa.
-Ay,
miña neniña...-parecía que el gallego se le había pegado
bastante.-Si quieres ya te lo cuento mañana. Ahora estoy agotada.
Recordarlo todo de un tirón agota, aunque creas que no, miña
filliña.-Y seguía con el gallego.-Mañana después de comer te lo
explico. No te quejes, por lo menos estamos empatadas. Yo sé tu vida
y tú sabes la mía.
-Sí,
pero por métodos distintos, ¿no?-Pregunté, confusa.
-Mañana
lo descubrirás.-Estaba empezando a pensar que lo del cansacio y todo
el rollo de que recordar tanto cansaba se lo había inventado para
tenerme en ascuas hasta mañana.
-Pero...
No tengo dónde dormir. No conozco el bosque y no sé volver a
casa.-Parecía Gretel, del cuento de Hansel y Gretel, los pequeños
jovenzuelos que se metían en un bosque y dejaban miguitas de pan a
su paso para saber volver pero los pájaros se las habían comido y
se perdieron allí.
-Pero
mujer, hoy duermes aquí. Faltaría más. Hay una cama preparada para
ti por este pasillo a la derecha.-Me lo indicó con el dedo. Yo le di
las gracias y lo seguí.
Al
entrar en la habitación, descubrí con asombro que estaba en
perfecto estado. Al menos estaba mucho mejor que el resto de la casa.
Con eso me conformaba. Me desvestí y al no tener pijama, me metí en
la cama con ropa interior. Las sábanas estaban frías pero poco a
poco, me acostumbré a ellas y comencé a coger calor. No había
televisión, ni teléfono, ni ningún tipo de aparato eléctronico.
Al menos sabía que en lo de que nunca le gustó ser moderna, decía
la verdad. O era lo que intentaba hacerme creer.
No
podía dormir tranquila. Después de dos horas en la cama, seguía
despierta. El techo era tan... aburrido. No sabía que otra cosa
hacer. Estaba demasiado nerviosa para descansar. Tenía bastante
miedo por la anciana. Podría querer hacerme daño. Aunque la
curiosidad me picaba más por cada segundo que pasaba.
“¿Cómo
conoce mi historia?”, pensé.
Unos
segundos después, caí rendida por el cansacio.