Misterio Parisino: Prefacio.
viernes, 26 de julio de 2013 | 1:51 | 0 {DREAMERS}
Noche
cerrada. Por más que huía ese repugnante ser salido de las
tenebrosas sombras del bosque ya me pisaba los talones. No tenía más
remedio que meterme en esa destartalada cabaña a pocos metros de mí.
Hice
un gran esfuerzo y sin llamar, me introducí dentro cual ladrón. No
me sentía bien por ello pero no tenía otra opción. Esperé unos
minutos antes de comprobar que lo había despistado. Entonces
aproveché para investigar la cabaña, tan sólo por si habitaba
alguien en ella. Más que nada para pedir disculpas por la
intromisión.
No
tuve que buscar mucho. En la zona izquierda del cuarto, al lado de la
chimenea, sentada en una vieja mecedora había una anciana tejiendo
lo que parecía ser un jersey. Tenía cara de pocos amigos y no
parecía contenta de que me hubiera metido en su casa sin llamar.
-Eh...
perdone. No era mi intención entrar así pero... no tenía otra
opción.-Dije, antes de que se enfadara más. Intenté arreglarlo
poniendo voz de inocente y ojos de niña buena.
La
anciana se levantó y dejó su trabajo en una mesa cercana a su
asiento. Se dirigía hacia mí pero esta vez, con una sonrisa en la
cara. Se acercó tanto que respiraba su aroma a vainilla. Era
demasiado empalagoso para mi gusto pero supongo que podía
soportarlo.
-Jovencita,
¿qué es eso de que no tenías otra opción? ¿Qué te ha pasado?
Siéntate por favor, estaba a punto de preparar té, ¿te apetece?
La
miré incrédula e intenté no ser maleducada.
-Pe-perdone,
¿no le molesta que haya entrado así en su casa? Sí, por favor. Un
poco de té me vendría de perlas.
No
se molestó en responderme. Simplemente me dirigió una sonrisa más
y entró en lo que suponía que sería la cocina. Volvió unos
minutos más tarde con dos tazas de té y unas pastas. Me ofreció
asiento en un cómodo sofá al otro lado de la chimenea y lo acepté.
Tantas horas corriendo no habían hecho felices a mis piernas. En
cuanto terminé el té decidí pedir disculpas de nuevo e irme para
no seguir molestando. Estaba a punto de hacerlo pero la anciana no me
dejó ni abrir la boca.
-Pequeña,
¿cómo te llamas?-Hizo una pausa y tomó un sorbo de té.-Puedes
contármelo cielo. Yo soy la vieja Matilde. Dicen que soy la bruja
del bosque pero no te creas esas paparruchas. Sólo soy una vieja
jubilada y abandonada en este bosque, nada más.
Me
dio tanta pena que tardé en contestarle.
-Ah,
buenas noches Matilde. Soy Vicky.-Hice una pequeña pausa tan sólo para pensar en lo que debería decir a continuación.-Vicky Wales. Y si me lo permite, le
explicaré encantada el motivo de la intromisión.-En cuanto terminé
de soltar estas palabras me miró fijamente y dejó su té en la
mesa.
-Espera
un momento. Ya decía yo que me sonabas de algo... ¿eres la hija de
Sarah Wales? Pero cariño, ¡llevo años esperándote! ¿Dónde te
habías metido?
"¿Cómo
podía saber esta señora el nombre de mi madre? Y lo que es peor,
¿por qué dice que lleva años esperándome si nunca antes la había
visto?", pensó Vicky.
Con esta novela, recomiendo que escuchéis a Passenger, a Ed Sheeran o a MIKA. Sólo lo recomiendo, pero vamos que podéis escuchar lo que queráis. |