Lágrimas sin sentido: Prefacio.
viernes, 26 de julio de 2013 | 5:36 | 0 {DREAMERS}
<<La
cegadora luz del día le obliga a cerrar los ojos. Se incorpora sobre
el duro colchón y coloca su brazo delante de la cara para que la
claridad no siga dañando sus sensibles ojos.
Parece
casi imposible que por aquella minúscula ventana pudiera entrar
tanta luz.>>
"Ring,
ring, riiiing." El que llama debe de estar ansioso.
Suena
el teléfono en la casa de los Rush.
-¡Yo
voy mamá!-Grita la pequeña Zoe. Coge el teléfono.-¿Quién es?
Espera
unos segundos y al no obtener respuesta, cuelga.
Comienza
a caminar hacia la cocina, cuando vuelve a sonar. Se dirige de nuevo
a él y lo descuelgo, un tanto enfadada.
-¿Sí?
¿Oiga? ¿Hay alguien?
Nada,
silencio. La niña, a punto de echar humo por las orejas, cuelga con
brusquedad. Piensa que se trata de una broma y eso la enfada más
aún.
Sube
corriendo al primer piso para contárselo a su padre. Llega al
despacho de Jack Rush, el mayor conocido agente de la ciudad por su
heroicidad, por su inteligencia y, cómo no, por su belleza. Zoe le
admiraba por todo aquello.
En
cuánto alejó todo pensamiento ajeno a su motivo principal, llamó a
la puerta. Pero no de una forma normal. Hizo un juego de golpes
secreto entre su padre y ella. Le encantaba tener esa clase de juegos
con él.
Unos
segundos después, se sorprendió con la rápida respuesta de su
padre.
-¡Entra
pequeña!-Parecía contento esa mañana.
Abre
la puerta y corre a los brazos de su padre, que ya le esperan
abiertos. Aprovecha la emoción para sentarse en su regazo, cosa que
molesta levemente a su padre. Suelta un pequeño gruñido y la
levanta. No es que no quiera a su hija, todo lo contrario, tan sólo
era una herida que sufrió intentando separar a dos hombres que
conllevaban una incansable pelea a dos manzanas de su casa y ese
rasguño fue lo que se llevó como regalo de Navidad. Pone cara de
enfadada y comienza a hablar.
-Papá,
perdona que te moleste, otra vez-dijo, poniendo retintín en las
últimas dos palabras.-, pero acaban de llamar por teléfono dos
veces y al cogerlo, nadie me contestaba. Pero sí escuchaba una
fuerte respiración al otro lado del auricular. Deberías mirar el
número. Quizá lo conozcas.
El
agente dibuja una mueca de horror en su cara, esperándose lo peor.
Se dirige veloz por las escaloras, decidido.
-¡Quédate
ahí!-Le avisa, antes de llegar a los últimos peldaños.
Desde
el piso superior contempla cómo su padre coge el teléfono y revisa
las últimas llamadas. Efectivamente, está nervioso. Se seca las
manos en la camiseta y se decide a llamar de nuevo al número que
tanto había hecho enfadar a Zoe.